Tanto la Navidad como el solsticio de invierno son fiestas, una religiosa, la otra pagana, inventos del ser humano para hacernos la vida más fácil. Al mismo tiempo, estos aniversarios que se celebran desde hace miles de años cuando los seres humanos estaban más conectados a los ciclos naturales de la vida. Los deseos de año nuevo tienen el propósito de hacernos una vida mejor año tras año.
Escuchar, sentir estos ciclos naturales, los ritmos de la vida, nos conecta a un cambio, a una transformación más auténtica y en conexión a nuestras necesidades genuinas más allá de los típicos regalos a los que nuestras generaciones estamos acostumbrados.
Todos conocemos las características del periodo invernal, como son menos horas de luz solar y una bajada de temperaturas entre otras. Este nuevo ciclo genera en el ser humano un cambio emocional en el que predomina la tristeza, una emoción que disminuye nuestra energía y que nos lleva a la calma, al recogimiento, al sosiego, nos lleva a nuestro interior. Nos invita a un contacto más íntimo con nosotros.
Es por ello, que en este tiempo es idóneo para reflexionar, para ver cómo ha sido el año que estamos dejando, para hacerse preguntas como ¿de qué me doy cuenta de mí?; ¿qué necesito reparar?; ¿qué necesito agradecer?; ¿qué necesito cambiar? ¿qué necesito crear?
Mientras estamos sometidos a estas reflexiones, respondiendo a las preguntas a través de una escritura espontánea, mientras hacemos deporte, paseamos… comenzamos a darnos cuenta de que ya no tenemos ganas de más, dejándonos estar y aparece simbólicamente una muerte.
Es significativo que durante este periodo invernal se celebra el día de los difuntos. Para mí es una representación simbólica de entrar en contacto con la muerte, una forma de reconocernos seres mortales. Año tras años vamos recordando que donde está la vida está la muerte. También nos anclamos a nuestras raíces recordando a nuestras generaciones anteriores. Nos acercamos a la muerte desde esta calma, desde el sosiego.
En este punto se produce una ruptura en nosotros acercándonos al dolor, yendo a lo más profundo de nosotros. Realizamos un camino hacia nuestro interior donde reside nuestra sabiduría como seres humanos y donde encontramos las respuestas a nuestras preguntas.
Sabernos mortales nos conecta irremediablemente a la vida, produciéndose un tiempo muerto, un barbecho donde las respuestas van tomado sentido en nuestro interior, van tomando forma conocedores del final de una etapa (el año) preparándonos para el comienzo de un nuevo periodo. Con el comienzo de un nuevo ciclo nos damos cuenta que tenemos otra actitud sintiéndonos más alegres, entusiasmados. Comenzamos días más largos. La Luz del sol brilla más amarilla. Eso sí, las temperaturas bajan. Son días propicios para dar respuesta a nuestras preguntas después de un periodo de introspección.
Tomaremos nuestras propuestas, las necesidades que nos han surgido y como los niños en su carta de reyes magos le pedimos a la vida nuestros deseos más íntimos, genuinos poniéndonos a la acción para conseguir lo que nos ha de mejorar como seres humanos.
Después de este periodo, este año dos son las acciones que quiero cultivar. Mucho se habla de su necesidad, de los benéficos que aportan. Cada una de estas acciones tiene en sí un valor intrínseco en el que tengo curiosidad por conocer lo que me aportan. Todo el mundo habla de ellas, de gurús de empresa, gurús, de crecimiento emocional etc.
Son la meditación y la creatividad. Quiero practicarlos, desarrollarlos. En soledad y en compañía. No voy a hablar de sus beneficios porque están suficientemente descritos en Internet y en numerosos libros.
En mi consulta diaria de psicología están muy presentes. ¿Cómo? Pues solo el hecho de acudir a psicoterapia semana tras semana es como meditar una hora. Si además practicamos en casa…
La creatividad cuando el paciente es consciente, nace al tomar caminos diferentes como resultado de la psicoterapia.
La meditación y la creatividad son vocablos que contienen acción en sí mismos, ya que sin su practica se quedan solo en palabras. Su práctica contienen un valor como el descrito por Jorge Bucay en su libro ‘De la dependencia al egoísmo’. Bucay se inventa un acrónimo que me gusta compartir con vosotros: La practica de la Meditación y Creatividad nos lleva al camino de:
V: verdadero. Nos lleva a ser honestos.
A: autónomo. Ayuda desarrollar nuestras normas y a aceptar las de los demás.
L: limites. Conocer nuestro límites, nuestras carencias.
O: orgulloso. A través del esfuerzo nos lleva a sentirnos orgullosos de nosotros
R: receptivo. Nos ayuda a recibir y a dar.
Por tanto estas prácticas serán la carta de Reyes ¡Mayos para mí este año, entre otras cosas.
Ya he comenzado a practicarlo solo y siento que más adelante el cuerpo me pida realizarlo en compañía. Si queréis compartir un espacio juntos solo tenéis que ponerse en contacto a través de mi web (http://pacofrancopsicologo.es/). El contacto más directo es el mensaje de Watshapp.
Si surge un grupo para practicar la meditación propondríamos una hora en la que haríamos una práctica de 25 minutos y después una ronda para expresar cómo estamos o nos sentimos cada uno.
Con respecto la creatividad tengo curiosidad por utilizar el método de Julián Camerón de desbloqueo de la creatividad tanto en adolescentes como en adultos. Es un método de 12 semanas de duración y dos horas y media en cada sesión.
Es un método en el que practicaremos meditación , nos divertiremos, nos acercaremos a nuestros miedos, a nuestros juicios, nos hacemos cargo de nosotros, descubriremos las claves de la sincronía, nos fortaleceremos…
http://pacofrancopsicologo.es/autentia-creativa-psicologo-alcantarilla/
Espero recibir de vosotros vuestros propósitos de este año, aquello que necesitáis mejorar, iniciar, reciclar, reparar, crear…
Deseo que tengáis os animéis a trabajar juntos estas cuestiones y nos cruzaremos en nuestros caminos.
Paco Franco Martinez
Psicólogo
Col. Nº MU- 02431